Desde el siglo V, la Iglesia, único vínculo supranacional que agrupaba a los Estados cristianos de Europa occidental, había contribuido a la difusión de la cultura clásica desde su centro en Roma. Las tradiciones romanas se conservaron en otras regiones fuera de Italia, como en el valle del río Mosa, que había sido romanizado mucho tiempo antes de la caída del Imperio, y en Provenza, en la Francia meridional. Esto, unido en ciertas zonas a la influencia del arte bizantino y a los estilos prerrománicos locales, dio lugar en Europa a lo que se conoce por nombre genérico de románico, que quiere decir ‘a la manera de los romanos’.
Notre Dame la Grande de Poitiers (Francia).