viernes, 31 de agosto de 2007

2.- LAS INVASIONES BARBARAS

En torno al 200 d. C., pueblos nómadas de las verdes estepas del Asia Central comenzaron a emigrar hacia China, India, Persia y Europa. No se han comprendido en su totalidad las razones por las cuales se produjeron estas migraciones. Los hunos constituían el grupo más numeroso de nómadas. Su corta estatura y sus pequeños ponis contrastaban con su implacable crueldad y fiereza. Aterrorizaban a los pueblos que encontraban a su paso, causando una suerte de efecto dominó. Por ejemplo, en su avance hacia el oeste, los hunos desplazaron a los godos que vivían al noroeste del Mar Negro haciendo que éstos emigraran hacia el sur y cruzasen el Danubio hasta llegar a los Balcanes, territorio bajo el dominio del Imperio Romano de Oriente. Otros hunos se desplazaron hacia las llanuras germánicas, induciendo a otros pueblos de esas tierras a cruzar el Rin.

Por esta época, el Imperio Romano de Occidente ya se encontraba debilitado por las invasiones esporádicas que atravesaban el Rin y el Danubio. Los pueblos germánicos, con cada vez mayor índice de población, codiciaban las escasamente pobladas tierras de la Galia y los beneficios de estar dentro del Imperio Romano. Hacia el 400, entre el 30 y 50 por ciento del ejército romano estaba constituido por mercenarios germanos. Debido a lo desesperado de la situación, el ejército romano comenzó a alistar grupos de bárbaros como unidades independientes destinadas a defender al imperio del ataque de otros grupos. Esto se hizo especialmente popular durante las guerras civiles del siglo IV, cuando los pretendientes al trono de Roma necesitaban reclutar tropas con rapidez. Estas unidades bárbaras no poseían la lealtad y disciplina de las legiones y tenían sus propios líderes. Esta medida se volvió en contra del imperio cuando enteros ejércitos de bárbaros se sublevaron. Las fronteras del Rin y del Danubio se disolvieron y los pueblos germánicos penetraron en la Galia, los Balcanes e incluso Italia. La lucha se volvió casi incesante a lo largo de una frontera en continuo retroceso, y el número de tropas romanas leales disminuía constantemente.

En el 410, las últimas legiones que quedaban en las Islas Británicas fueron retiradas y trasladadas a la Galia, abandonando esa provincia para siempre. Las incursiones sajonas se incrementaron convirtiéndose en verdaderas invasiones. Los jutos, frisios, anglos y otros pueblos germánicos de la costa norte alemana se unieron a los sajones. Juntos arrollaron la cultura británico-romana y se adueñaron de los que es hoy Inglaterra (tierra de los anglos).

El Imperio Romano de Oriente quedó debilitado por la pérdida de los Balcanes, pero fue capaz de sobornar y desviar a los bárbaros antes de que pudieran atacar Constantinopla. En esta zona, los invasores eran los godos, que se habían vuelto mucho más civilizados que los pueblos germánicos del Rin debido a su contacto con el Imperio Romano de Oriente. Además, los godos habían llegado principalmente como colonizadores y no como conquistadores.

Durante el siglo V, Roma fue saqueada numerosas veces y el Imperio Romano de Occidente dejó, definitivamente, de existir. Italia fue invadida y asolada en repetidas ocasiones, y el último emperador romano reconocido fue asesinado en el 476. Los pueblos germánicos ocuparon entonces Italia y el antiguo Imperio Romano. A pesar del deseo general de los bárbaros por preservar la estabilidad y el orden de la antigua civilización romana, sólo sobrevivieron vestigios de ella tras la devastación y el desorden que siguieron a las invasiones. La mayor parte de Europa retrocedió a un periodo mucho más bárbaro y primitivo.